lunes, 16 de abril de 2012

IX ENCUENTRO MISIONERO DE JÓVENES

Este fin de semana ha tenido lugar en Madrid, el Encuentro Misionero de Jóvenes que ha reunido a 150 jóvenes de toda la geografía española, comprometidos con la misión y con la labor de los misioneros y misioneras. Los asistentes a este encuentro, jóvenes de asociaciones y grupos misioneros, muchos vinculados a delegaciones diocesanas de misiones y a congregaciones volcadas en la misión, fueron acogidos a su llegada el viernes por el Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias, D. Anastasio Gil.

El sábado por la mañana, tuvo lugar la proyección de la película “De Dioses y Hombres” para afrontar el interesante tema de la evangelización en territorios islámicos. Tras la proyección. Miguel Larburu, de los Padres Blancos, realizó una reflexión teológico-pastoral sobre la labor de los misioneros de frontera. Se destacó la actualidad del martirio y la disponibilidad de dar la vida por amor, aunque este dar la vida pueda entregarse también desgastándose y ofreciéndola al hermano. Es decir, lo que Dios pida, sin descartar nada.

Por la tarde, tuvo lugar la mesa redonda a cargo de tres misioneros: María del Carmen Sánchez, de las Hijas de Cristo Rey; Carlos Collantes, misionero javeriano; y Benedicto Sánchez, misionero espiritano. Además del testimonio personal de estos tres misioneros y sus palabras sobre “el silencio de los misioneros”, “el diálogo interreligioso” y “el martirio en la misión”, cuestiones de las que hablaron cada uno de ellos respectivamente, hay que destacar una frase que fue eje común para los tres: “La misión es para toda la vida”.

A última hora de la tarde, durante el coloquio misionero con el obispo de Solsona, Mons. Xavier Novell, surgió en varias intervenciones la idea de evitar la contraposición entre misión ad gentes y misión ad intra. Se trata, según se expresó en el coloquio, de ser apóstoles allí donde estemos, sin poner excusas, sin tener en cuenta si se está allí o aquí. Aún así es bueno vivir una experiencia de misión de corta duración, porque abre el corazón, los ojos, y acerca al Señor, para valorar lo que Dios nos da, sobre todo el don de la fe.

En este sentido, el domingo por la mañana, diversos participantes en el encuentro hablaron sobre las experiencias misioneras de corta duración a diversos lugares del mundo: Burundi, India, México y Bolivia. Ante la pregunta de “¿yo qué hago aquí?”, que a veces surge, se concluyó con la necesidad de volverse a Dios y encontrar en Él la respuesta, “porque Él me lo ha pedido”. Una de los frutos más importantes que surgen de la experiencia de la misión es la conciencia de ser envidados por la Iglesia. Como expresaba uno de los participantes: “no es nuestra actividad, no es nuestra misión, sino que somos enviados por la Iglesia; no es mi tarea, no es mi grupo, no es mi idea”.

“La fe la hemos recibido y como tal la tenemos que dar, porque somos enviados por la Iglesia”, una idea expresada en los testimonios de estas experiencias de corta duración que resume muy bien el sentir de los participantes del encuentro, tanto en sus vivencias como en sus compromisos, puesto que en esto radica la esencia del ser misioneros.



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