miércoles, 25 de julio de 2012

LA TRIBUNA MISIONERA


 POR D. ANASTASIO GIL. DIRECTOR NACIONAL DE OMP

El mural Iglesia en Misión publicado por OMP para este verano de 2012 lleva como lema: “¿Voluntario?
Sí, y misionero”. Tiene como trasfondo los cientos de laicos que durante este tiempo de vacaciones, después de una adecuada preparación, parten como voluntarios a un territorio de misión.
Son conscientes de la pobreza de su aportación, pero su disponibilidad les capacita para llenarse de realidades hasta ahora desconocidas para ellos.
Vale la pena contemplar el mural. Abajo, unos pares de zapatos o zapatillas, que evocan el carácter itinerante del voluntario: estar disponible para partir adonde se le necesite. Esto contrasta con el ambiente “sedentario” de quien convierte sus vacaciones en un simple estar consumiendo las ofertas del momento. En la parte superior, el mapa del mundo, levemente insinuado, desvela que para el auténtico voluntario no existen fronteras. Cuatro fotografías de jóvenes, en plena actividad de voluntarios, son la expresión de la solidaridad, con un denominador común: la sonrisa y la cercanía con los más débiles. A la vez, el lema precisa un rasgo específico de este sector del voluntariado: su compromiso misionero. Junto a los miles de jóvenes que entregan su vida o, al menos, parte de su tiempo a una actividad solidaria, el voluntario misionero lo hace porque siente que es enviado por Jesús. “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?... para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis” (Jn 13,12.15), dijo el Señor después del lavatorio de los pies. El voluntario misionero convierte así su compromiso de ayudar al prójimo y de hacer presente la justicia entre los más pobres, su colaboración en la instrucción en los pueblos más recónditos y su asistencia médica en lugares remotos en una actividad misionera en la que, con estos gestos, hace presente el Evangelio.
El concepto de voluntario no puede quedar, sin embargo, reducido a quienes ofrecen parte de su tiempo a los otros, sino que alcanza su máxima expresión en los que hacen entrega de la totalidad de la vida a los más necesitados, anunciándoles el Evangelio e impulsando acciones de promoción social en favor de los más empobrecidos. Estos son los misioneros.
El Santo Padre, en el Mensaje para la próxima Jornada Mundial de las Misiones, hace explícita mención de esta disponibilidad para ir a ayudar a otras Iglesias más jóvenes.
Esto es “signo de fe que se transforma en caridad”. Así lo hacen sacerdotes, religiosos y religiosas de todo el mundo, pero también numerosos laicos y hasta familias enteras, que dejan sus países de origen “y se van a otras Iglesias para testimoniar y anunciar el Nombre de Cristo”.
La entrega total del voluntario misionero sigue siendo, además, ejemplo para quienes han recibido el don de la fe. “Se trata –como dice Benedicto XVI– de una expresión de profunda comunión, de un compartir y de una caridad entre las Iglesias, para que cada hombre pueda escuchar o volver a escuchar el anuncio que cura y, así, acercarse a los sacramentos, fuente de la verdadera vida”. Y Dios, que no se deja ganar en generosidad, sorprende al voluntario con la luz necesaria para el discernimiento de su vocación. ¡Cuántos han descubierto su vocación misionera en la experiencia de un voluntariado laical y misionero!


VOLUNTARIOS MISIONEROS
NÚM. 127, VERANO DE 2012 misioneros 1

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