Después de haber visitado este verano a uno de nuestros misioneros en el Chad, concretamente en la ciudad de Bongor y haber experimentado como se vive la fe desde esa Iglesia de Misión, y haciéndolo coincidir con esta semana en la que celebramos el DOMUND, nuestro misionero Jesús Calero responde:
¿Cómo te
sientes actualmente en la misión?
Contento,
motivado, acogido, amado y útil.
Yo pedí de
venir al Chad después del noviciado para hacer una larga experiencia de misión.
Yo estaba convencido que llegando con 25 años me sería más fácil adaptarme a la
nueva realidad y también tenía ganas de hacer una experiencia
pastoral-misionera que durara.
La ciudad de
Bongor se ha convertido en mi primer amor. Aquí me siento útil respondiendo a la llamada que Dios me ha hecho para entregarme al servicio de la misión según
nuestro carisma javeriano “ad gentes”, “ad extra” y “ad vitam”. Estoy muy contento
de vivir con esta gente y de compartir con ellos alegrías y penas.
Antes de
llegar a África yo tenía mis ideas propias de la realidad. Cuando llegué me
dijeron los hermanos que lo primero es guardar silencio al menos durante un año
para contemplar. Después, poco a poco, me he ido dando cuenta que las cosas son
muy diferentes de lo que yo pensaba.
El misionero
no es un héroe, es un hombre como cualquier otro. Intentamos responder a Dios y
trabajar por los más necesitados lo mejor que podemos. Ello no quita que
experimentemos momentos de dificultad y de frustración. En medio de las
dificultades del camino es la fe la que nos mantiene en la brecha. Es Dios el
que nos sustenta con su Palabra y su Amor para seguir siendo instrumentos en
sus manos.
¿Qué sientes
o qué opinas que alguien de tu Diócesis esté visitando la misión donde tú
trabajas?
Es una
alegría para mí porque es una bonita manera de guardar las relaciones entre las
dos Iglesias. Es también un signo del apoyo y del cariño que me tiene la Diócesis
de Tenerife, mi Madre en la fe. En ella nací como hijo de Dios y en ella Dios
me llamó al sacerdocio y a la misión. Que ella se preocupe de lo que estoy
haciendo lo siento como una madre que se preocupa de lo que hace su hijo.
Es también
importante que nuestra Diócesis pueda conocer esta realidad de primer anuncio
del evangelio. La Diócesis en la que yo trabajo cumplirá el año que viene 50
años. El trabajo que queda por hacer para que sea autosuficiente… es inmenso.
Hay solo 15 sacerdotes diocesanos y la viña es muy grande. Poco a poco los
sacerdotes locales deben tomar en mano las responsabilidades de la diócesis y
nosotros iremos quedando en segundo plano. Después de la cristianización del
África tiene que llegar la africanización del cristianismo, es decir, una
manera propia de vivir la fe (con muchos colores, músicas, relaciones… a la
manera africana).
¿Qué
opina la comunidad parroquial de Bongor de que los españoles vengan hacer una
experiencia aquí?
El africano
es hospitalario, en nuestra parroquia es el segundo año que vienen los
españoles y la comunidad está muy contenta de esta experiencia. Desde el año pasado se empezaron a crear
relaciones muy bonitas. Es una gracia para nuestra gente ver los extranjeros
que vienen, se esfuerzan por comprender la cultura, por aprender la lengua y
comparten la fe con ellos.
Ellos son
muy curiosos y no se cansan de hacer preguntas a los que vienen. Todo ello les
ayuda a abrir horizontes. Una de las cosas más bonitas es que pueden ver la
universalidad de la Iglesia.
Ellos han
apreciado mucho los españoles que comían, andaban, jugaban, danzaban y rezaban
con ellos. También es muy importante que los españoles los han escuchado y
ellos se han sentido importantes.
¿Qué le
dirías a tu Diócesis de la misión?
Hay todavía
en el mundo mucha gente que no han tenido nunca la ocasión de escuchar la
Palabra de Dios y que están sedientos de ella sin conocerla aún. Aquí la
cuestión de si Dios existe no se plantea, es obvio para todo el mundo. Esta
gente que vive la fe con mucho fervor han esperado tantos años para que se les
comenzara a anunciar la Buena Noticia de Dios.
A ello se
suma la pobreza. África es muy rica en valores, pero la situación económica y
social es muy difícil. Debemos ser como el samaritano de la parábola que
atiende el más débil, toca la el sufrimiento del prójimo con sus propias manos
sin tener miedo de las consecuencias. Es verdad que es más fácil hacer como el
sacerdote y el levita. Pero Dios un día nos recordará que estuvo desnudo,
maltratado, en prisión, enfermo… y que nosotros podíamos haber hecho algo más
por él.
Yo llamo a
mi diócesis y a la sociedad española en general a tener un corazón abierto a
los más necesitados. En España se habla muy poco de África. Y ahora que estamos
sumidos en la crisis económica podemos tener la tentación de centrarnos en
nuestros problemas internos olvidando el resto del mundo. Todos podemos ser un
poco más generosos con los otros.
Yo deseo que
nuestra diócesis de Tenerife sea misionera, que conserve la preocupación hacia
las iglesias más jóvenes que necesitan del calor humano y espiritual de las
iglesias más ancianas. Cuando un miembro del cuerpo sufre, es todo el cuerpo
que sufre. Deseo que nuestra diócesis pueda sufrir y hacer fiesta con los
sufrimientos y las alegrías de otras iglesias más recientes. El deseo de nuestro fundador Guido Conforti
era de “hacer del mundo una sola familia”.
Esta
preocupación por los otros es la tarea de todos, no solamente del obispo y de
los que trabajan en la delegación de misiones. Todos los cristianos deben
preocuparse del que sufre, del que no cree, del que es maltratado… Todos
podemos obrar por un mundo más justo. El cristiano está llamado en medio del
mundo a ser actor y no espectador.
He visto
la vida del misionero y veo que no es fácil, ¿cuáles son las dificultades que
has encontrado?
La lengua es
una de las primeras dificultades que encuentras al llegar. Hay que hacer un
gran esfuerzo para aprender al menos una lengua.
La cultura
es muy diferente de la nuestra. Hay que evitar los prejuicios, saber que
nosotros somos siempre extranjeros y tener la humildad de asumir que muchas cosas
no llegamos a comprenderlas bien.
Las
relaciones son vividas de otra manera. Al inicio hay una cierta desconfianza,
te analizan y es sólo después de un tiempo que se puede comenzar una relación
humana sincera.
El clima es
muy exigente y ciertas necesidades básicas (electricidad, agua potable, un
hospital serio…) no están al alcance de la mano.
Lo repito,
no quiero dar la impresión de que el misionero es un super-hombre. En todos los
lugares hay dificultades y las de aquí no son tan grandes que no se pueda
vivir.
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