A finales de 2013 fallecía el arzobispo de Yamena, capital de Chad, Mathias
N’Gartéri Mayadi. El Papa Francisco recordaba a este hombre admirable ante los
obispos de Chad cuando los recibió hace algo más de un año: “No puedo dejar de
alentaros a desarrollar el diálogo interreligioso, iniciado tan felizmente por
el fallecido arzobispo de Yamena, monseñor Mathias N’Gartéri Mayadi, que se
dedicó mucho a promover la coexistencia entre las diversas comunidades
religiosas. Pienso que hay que proseguir con semejantes iniciativas para
desalentar el desarrollo de la violencia, de la que son víctimas los cristianos
en algunos países cercanos al vuestro”.
El
Papa sabía de qué hablaba: en Chad hubo guerra civil hasta el 2010; los
terroristas de Boko Haram están presentes con sus ataques y atentados suicidas;
también hay incursiones del LRA del conocido asesino Joseph Kony. A esto hay que
sumar que Chad, cuyos habitantes tienen una de las rentas per cápita más bajas
del mundo – apenas tres dólares diarios – acoge a medio millón de refugiados
provenientes de Sudán, República Centroafricana y Nigeria.
En
medio de tantas dificultades, el Papa Francisco reconocía la labor de la Iglesia
chadiana: “Me alegro por el trabajo realizado en los ámbitos de la educación, la
salud y el desarrollo… Os animo a perseverar en este camino, puesto que hay un
vínculo íntimo entre evangelización y promoción humana, vínculo que debe
expresarse y desarrollarse en toda la acción evangelizadora. El servicio a los
pobres y a los más débiles es dar verdadero testimonio de Cristo”.
El
Papa reconocía que una de las prioridades de la Iglesia en el Chad eran sus
seminarios: “Sé qué gran inversión —en dinero y en personas— representa para una
diócesis”, pero es de absoluta necesidad si la Iglesia y los católicos del Chad
– que son un 20% de una población de más de diez millones – quieren seguir
estando a la altura y ser fermentos de paz y de reconciliación.
Actualmente
el plan de formación de todo joven que quiere ser sacerdote en Chad comienza en
uno de los cinco seminarios menores del país, con entre 30 ó 50 chicos cada uno.
Cuando terminan la educación básica, pasan a estudiar los primeros años de
seminario mayor al Seminario de St. Mbaga Tuzinde, dedicado a uno de los
mártires de Uganda. Su formación termina en el Seminario Mayor Saint Luc de la
capital, Yamena. Este es el mapa de todos los seminarios del Chad.
Pero
no están solos. Para ayudar a la Iglesia del Chad en esa “inversión en dinero y
en personas”, de que hablaba el Papa Francisco, la Obra Pontificia de San Pedro
Apóstol, como órgano de la Santa Sede para financiar los seminarios en países de
misión, convoca la Campaña de Vocaciones Nativas, que se celebrará el próximo 17
de abril. Es de la generosidad de los fieles con esta campaña de donde salen los
98.575 euros enviados el pasado año a los seminarios de Chad. Son dineros
destinados a ellos, a los seminaristas, y, después, 10.000 euros, a preparar a
sus formadores. Porque para tener un seminario ni siquiera se necesita un
edificio, sólo jóvenes que se decidan por Cristo, el Rey de la Paz, y formadores
que apoyen y hagan fructificar esa decisión.
(OMPRESS )
0 comentarios :
Publicar un comentario