El Papa Francisco en la celebración matutina de la Eucaristía de esta mañana en
Santa Marta, en la que ha concelebrado el Director Nacional de las Obras
Misionales en España, Anastasio Gil, ha tenido un especial recuerdo a la labor
de los misioneros de todas las épocas.
La
reflexión del Papa se ha inspirado en la lectura de los Hechos de los Apóstoles,
que cuenta la despedida de San Pablo de la comunidad de Mileto. San Pablo sabe,
y lo dice, que no volverá a verlos. Es hora de ir a Jerusalén. Allí le empuja el
Espíritu, el Espíritu que siempre le ha empujado a afrontar problemas y penas.
“Creo que este texto nos evoca la vida de nuestros misioneros” de todas las
épocas, decía el Papa.
“Iban
empujados por el Espíritu Santo: ¡una vocación! Y cuando, en aquellos lugares,
vamos a los cementerios, vemos sus lápidas: muchos han muerto jóvenes, con menos
de 40 años. Porque no estaban preparados para soportar las enfermedades del
lugar. Han dado su vida jóvenes: han “quemado” su vida. Creo que ellos, en el
último momento, lejos de su patria, de su familia, de sus seres queridos, habrán
dicho: ¡Lo que he hecho valía la pena!”.
“El
misionero va sin saber lo que le espera”, explicaba el Papa Francisco, que
recordó la despedida de la vida de San Francisco Javier, narrada por el poeta y
escritor español José María Pemán. “El misionero sabe que no será fácil su vida,
pero sigue adelante”, comenta el Papa, conmoviéndose pensando en los apóstoles
de hoy: “Nuestros misioneros, estos héroes de la evangelización de nuestro
tiempo. La Europa que ha llenado de misioneros otros continentes… Y ellos se
iban sin volver… Creo que es justo que agradezcamos a Dios su testimonio. Es
justo que nos alegremos de tener estos misioneros, que son verdaderos testigos”.
Y añadía: “Como Javier: 'He dejado todo, pero ha valido la pena'. Anónimos, se
han ido. Mártires, ofreciendo la vida por el Evangelio. ¡Estos misioneros son
nuestra gloria! ¡La gloria de nuestra Iglesia!”.
El
Papa explicó que una de las cualidades del misionero es la “docilidad”. Por eso,
rezaba porque, en vez de la insatisfacción que captura a nuestros jóvenes de
hoy, la voz del Espíritu “les empuje a ir más allá, a ‘quemar’ la vida por
causas nobles”.
“Querría
decir a los chicos y chicas de hoy que no se sienten a gusto – no me siento
feliz con esta cultura del consumismo, del narcisismo… -, ¡Pero mirad el
horizonte! ¡Mirad allá, mirad a nuestros misioneros! Hay que rezar al Espíritu
Santo para que les empuje a ir lejos, a ‘quemar’ la vida. Es una palabra un poco
dura, pero la vida vale la pena vivirla. Pero para vivirla bien, hay que
‘quemarla’ en el servicio, en el anuncio, en ir adelante. Esta es la alegría del
anuncio del Evangelio”. OMPRESS
0 comentarios :
Publicar un comentario