“Para que la Iglesia peregrina en la tierra resplandezca como luz de las
naciones”, es la intención misionera que propone su Santidad Benedicto XVI para
este mes de noviembre, muy en consonancia con la celebración de los 50 años del
comienzo del Concilio Vaticano II.
En
el documento misionero del Concilio, el decreto Ad Gentes, los padres
conciliares recordaban esta misión de la Iglesia de ser luz de las naciones: “La
Iglesia, sal de la tierra y luz del mundo, se siente llamada con más urgencia a
salvar y renovar a toda criatura para que todas las cosas se instauren en
Cristo, y en él los hombres constituyan una sola familia y un único pueblo de
Dios”.
“Por
lo cual este Santo Concilio, mientras da gracias a Dios por las obras realizadas
por el generoso esfuerzo de toda la Iglesia, desea delinear los principios de la
actividad misional y reunir las fuerzas de todos los fieles para que el Pueblo
de Dios, caminando por la estrecha senda de la cruz, difunda por todas partes el
reino de Cristo, Señor de los siglos, y prepare los caminos a su venida”.
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